“Me fascina que del CMYK salgan 25 millones de colores”
Enrique Riu Fotografías geolocalizadas para turistas ligeros de equipaje
Begoña del Teso
El libro está dedicado emocionadamente a su Miren y “a los que saben cuánto nos queremos”. En la última página aparece una lista corta e intensa de agradecimiento. Junto a la dedicatoria, una frase de Oteiza, siempre sabio y gruñón. “Estoy cansado de explicar una y otra vez que el centro NO está en la mitad”. Enrique ha publicado un libro de fotografías de Donostia. A petición de una dama librera: Isabel Ubiria.
-En el prólogo, Javier Peña habla de tu primera cámara de fotos…
Una Werlisa.La fabricaban en Vic. Eran de baquelita. Paso universal, 35 milímetros, con un objetivo acromático de tres velocidades. Me la regalaron por la primera comunión.
-Javier, compañero de Marianistas cita Aldapeta pero tú has subido “cols” más esplendorosos.
Seguro que lo dices porque mi padre nos llevaba siempre a ver el Tour. De él y de las etapas pirenaicas aprendí a no salir de casa sin una cámara y sin una pequeña radio.
-Padre de buen cocinero, periodista por genética, Javier creo que habla de tu primer profesor de fotografía porque ese Txus sería…
Efectivamente, el que se empeñó en organizar unos talleres de fotografía en el colegio. Allí aprendí lo básico: la apertura, el objetivo, la velocidad, la sensibilidad Iso de la película. Para mí fue una maravilla. ¡Si hasta revelábamos en B/N!
-Javier no habla del Garaje Leal pero es importante en tus memorias fotográficas.
Sobre todo por lo del panning
-¿El paneo, barrido,? Cuéntanos que pasaba en Gran Vía (entonces Primo de Rivera) con Zurriola.
Ese desplazamiento de la cámara desde un punto fijo me apasionaba y lo practicaba en esa esquina. Apuntaba las velocidades, los disparos y me aprendí todas las tabulaciones.
-Cosas que tampoco aparecen en el prólogo: eres del comercio de esta plaza: Galerías Central, Supersonido, me vendiste mi primer teléfono móvil en la Calle Easo…
Hace un tiempo dejamos los negocios y Miren y yo nos dedicamos a viajar. A todos los países posibles. Con las cámaras, claro.
“Llego a una tierra y miro a la cara a su gente porque el rostro de esas personas refleja la realidad de ese país”
-De ahí la exposición que se puede contemplar en el restaurante KM0 mientras te tomas una ensalada “empedrat” de alubias blancas y bebes una birra artesana.
Son fotos de Vietnam, uno de los países que más me impactó y donde más claramente he sentido lo que hemos escrito ahí abajo.
-¿El rostro de su gente refleja el espíritu de un país? ¿Lo crees así?
Sí, lógicamente cuando no usan una máscara impuesta por sus gobernantes o no se la ponen ellos mismos para sacar beneficio de tanto occidental que no es viajero sino turista.Pero yo diría que en la mirada de los vietnamitas sí ves que han logrado la paz. La interior con quienes fueron sus enemigos. Entenideron esa frase célebre de Ho Chí Minh.
-¿Cuál?
“Podrás perder mil batallas pero solamente al perder la risa habrás conocido la auténtica derrota”
-Salgamos de Saigón. Quiero que me sitúes en 43º19´28 2,68 Norte y OI 59`9”Oeste. ¿Dónde estamos?
En Santa Clara. Fotografiada de noche. En otoño para que el ocre de los árboles con el de las luces y con los estallidos de un tiempo de exposición de casi 30 segundos.
¿Y esa foto está en el libro que editaste a petición de Isabel Ubiria y se puso a la venta hace una semana? Cuéntanos.
Somos amigos, conoce mis fotos y es una máquina en su negocio, de libros, revistas, fascículos, papelería…
“Cuando haces una foto descubre que Oteiza tenía razón”Me canso de explicar que el centro no está en la mitad”
-Librería Ubiría, naturalmente. Continúa, ¿qué pasó?
Me convenció para que publicase un libro con fotos de San Sebastián.
-¿Otro? Perdón, pero ¡hay tantos!
¿Sabes? Me dijo que bastantes de esos otros eran en blanco y negro y mostraban un Donosti bajo la lluvia o entre las brumas. Me comentó que los turistas que vienen a esta ciudad en verano quieren llevarse un recuerdo visual en colores. Ah, también me aconsejó algo más.
-¿Qué?
Que no lo hiciera muy pesado, con demasiadas páginas o tapas gruesas.
-¿¿¿Por???
Porque a nadie le apetece cargar con un libraco de muchos kilos en el viaje de vuelta a casa.
-Entiendo. Muy lógico.
Y me precisó que era imprescindible que tuviera las indicaciones no solo en euskera, castellano, francés e inglés sino también alemán…
-Debido a…
Por lo visto, los tedescos no compran libros que no tengan algo escrito en su idioma. Yo además y como veo mucho viajero japonés en Lo Viejo, las localizaciones, aparte de con su latitud las señalo en silabario hiragana.
-Y tras meterte en este bonito lío, Ubiría ¿distribuye el libro?
Lo vende y distirbuye. Está también en Lagun, LB, Zubieta, Donosti, Álvarez…
-Fíjate, no sé lo que es CMYK.
Los cuatro colores básicos de las impresoras: magenta, amarillo, negro y cyan. Lo aprendí con Otzarreta, encargados del diseño gráfico y la espléndida impresión. Pero lo más fascinante es que de esos cuatro…
-¿Qué?
Surgen ¡25! Millones de colores (catalogados). Pero en el proceso de imprimación se pierden 10 y solo puedes jugar con 15 millones.